miércoles, 23 de noviembre de 2011

AUTOESTIMA Y AMOR ROMÁNTICO


Si un individuo pierde a la persona que ama por la aparición de alguien más, ¿no sufrirá un duro golpe la autoestima?
Si bien el individuo seguramente experimentará dolor, en realidad no es razonable adjudicar a otra persona el poder absoluto sobre nuestra valoración personal. Dolor y autoestima dañada no son sinónimos. No todo el dolor proviene de un autoconcepto disminuido. El dolor inducido por un autoconcepto dañado constituye un tipo muy particular.
Cuanto más inseguro somos, existen más probabilidades de que transformemos cada desilusión, revés o fracaso en la obtención de nuestros objetivos, en prueba de nuestra incompetencia, ineptitud e indignidad. Pero se trata de un problema corregible, no intrínseco.
Una persona de buena autoestima que pierde a un ser querido por la aparición de otra persona puede reaccionar de varias maneras: cuestionándose objetivamente la propiedad de la elección inicial, examinando los errores que pudieron haber precipitado el rechazo y la pérdida determinando lo que se puede aprender de la experiencia y decidiendo no permitir que el dolor se transforme en amargura y en incapacidad de abrirse al amor en el futuro.
Puede sobrevenir un período posterior de doloroso autoexamen. ¿Habré fracasado en lo que se refiere a percibir mis virtudes y defectos con espíritu realista? Desde el punto de vista romántico, ¿tendré responsabilidades de las que no soy consciente? ¿Habrá cosas que tengo que aprender? ¿O simplemente sucede que las necesidades románticas de la persona que amo encuentran mayor satisfacción en un individuo que es diferente de mí, diferente en aspectos que no se reflejan en el valor de ninguno de los dos?
Pero decidir que si no soy amado por determinada persona quedo despojado de valor no implica tanto sufrir de una pérdida de autoestima como descubrir que mi autoestima es inferior a lo que pensaba.

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